top of page

DE CARA AL SOLSTICIO DE INVIERNO


El inicio del año nuevo agrícola en la zona panandina nos encuentra en una crisis institucional al interior de los márgenes de nuestro Estado-nación peruano. El evidente decrecimiento económico, las ráfagas de casos de corrupción, el intento de cooptación empresarial del proceso de reconstrucción del país luego de los fenómenos climáticos y la autoritaria venganza fujimorista en el Congreso están llevando a tensar la legitimidad institucional representativa y ejecutiva. En este escenario brilla por su ausencia una estrategia de los sectores progresistas organizados que estamos en dicha institucionalidad. Sin embargo, no ver más allá de esos márgenes es, posiblemente, el principal error.

Desde el ámbito de las izquierdas se ha apuntado el error del divisionismo táctico. Creo que, sin dejar de ser cierto, no es lo fundamental sino un reflejo de algo mayor. El error es mantener una mirada esencialista de la propia izquierda y del escenario institucional del Estado-nación, lo cual restringe la posibilidad de cultivar procesos de constitución y articulación que permitan responder a la actual crisis. Es evidente la falta de diálogo y estrategia alimentada por dicha mirada esencialista y colonial que termina ejemplificando la distancia entre la política y lo político que plantea Chantal Mouffe. Buscamos la radicalidad en la lógica competitiva de la configuración de lo nacional-popular, sin considerar que dicha configuración no es la única existente para la acción política, sino que ella existe entrelazada a otras lógicas, quizá con menos capacidad de incidencia en el escenario nacional pero con potencialidades insospechadas.

En el escenario nacional existen latidos de fuego en el Paro Cívico contra la Corrupción de Andahuaylas, la notificación al Estado-nación peruano de la creación del Gobierno Autónomo de la Nación Wampis en el corazón amazónico, la Marcha Nacional del Agua, la campaña “Más Cultura Más Perú” por mayor presupuesto para el sector cultura, las movilizaciones ante un nuevo intento legislativo de precarización del trabajo juvenil, la campaña “Habla Castañeda” en Lima, entre otras. Pero quizá lo más importante, es que existen otros escenarios de lucha que no tradicionalmente son vistos como tales como, por ejemplo, el camino hacia el primer Pukllay Arguediano Nacional entre federaciones de distintas zonas del país que quieren disputar un proyecto de país desde la celebración de sus culturas o el VIII Congreso Nacional de la Confederación de Danzantes de Tijeras. El inicio de año agrícola despierta fiestas, danzas y expresiones vivas de espiritualidad gozosa en gran parte del país, sin que nuestras organizaciones progresistas se den por notificadas, siendo aquellas un espacio vital para el florecimiento de lógicas diversas de acción política.

Mi intención no es ahondar en la árida contraposición de frentes de lucha (lo institucional versus lo comunitario, lo estatal versus el poder popular, lo occidental versus el Buen Vivir, y un largo etcétera) sino compartir dos reflexiones. Primero, existen varias formas de organización de “lo político” en relación con “la política”, las cuales se conforman en distintas lógicas, tiempos y espacios. Conformarnos sólo con una pírrica presencia en la disputa institucional de lo nacional-popular es un error. Precisamos hermanarnos con las lógicas festivas, comunitarias, callejeras, activistas, indígenas, etc. Es cierto que no existe un gran aparato orgánico que lo permita pero también es cierto que más que ello lo que necesitamos es una estrategia más generosa de articulación con dichas lógicas. Es cierto que ello no debe llevarnos a “esencializar” dichas lógicas sino, por el contrario, a aprender de las contradicciones y complejidades al interior de ellas mismas y, sobre todo, con su ámbito territorial, donde conviven con economías delictivas y mafias locales.

En segundo lugar, considero de vital importancia debatir profundamente cómo desatar las condiciones necesarias para la consolidación de sujetos políticos que, en lo concreto, interpelen con sus demandas el orden instituido y esbocen una alternativa de organización y dirección general de la sociedad, recomponiendo una correlación de fuerzas desde la premisa de la pluralidad (no desde la sola identidad ni de la unidad progresista). Este tema es muy amplio para abordarlo plenamente en estas líneas pero un elemento que me parece importante resaltar es el siguiente: Necesitamos entender los procesos de transformación del país más allá de las cúpulas de izquierda (pues ellas son parte de lo que necesitamos transformar) y asumir que nuestra lucha no es solo por la redistribución de la riqueza hacia los menos favorecidos económicamente (insuficiente hipótesis practicada por los socialismos del siglo XX y XXI). Los sujetos políticos no partirán de la carencia de los pueblos sublevados con una vanguardia izquierdista sino desde la potencia de productorxs y creadorxs que ya vienen practicando sus deseos de gobernar aquí y ahora.

PD: La presencia de la izquierda peruana en el Parlamento, luego de décadas, y con una tremenda mayoría fujimorista, debe entender que su fuerza no proviene de sus cargos sino de su capacidad de articulación con esos posibles sujetos políticos. El frente parlamentario puede jugar un rol trascendente pero requiere de una estrategia de desborde democratizador, entendido como recuperación de dignidad y replanteamiento de legitimidad representativa. Difícil tarea que hace que este punto sea cada vez más necesario.


BOLETIN CONTRAPUNTO
Páginas Recomendadas
Busqueda por tags
No hay tags aún.
Siga a Contra Punto
  • Facebook Basic Black
  • Twitter Basic Black
  • Google+ Basic Black
bottom of page