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¿Todos somos iguales bajo el sol?: Racismo, neoliberalismo y corrupción en la Costa Verde


En el verano del año 92 un grupo rockero nos ayudaba con ironía y humor a encarar una realidad que laceraba. No olvidemos que la risa puede hacer soportable lo insoportable y la ironía puede abrir la posibilidad de enfrentar y subvertir todo orden establecido. En aquel verano una canción criticaba, en cierta medida la herencia oligárquica y planteaba una reconciliación. Cuantas veces trepados al bus con el cielo pintado de rojo, preludiando el anochecer, no escuchábamos las letras finales cantadas por Romero y los NSQYNSC “Regresan a sus casas muy agradecidos; pues todos son iguales bajo el sol”. Pero ¿todos somos iguales bajo el sol? Lo que viene ocurriendo en la Costa Verde desde hace más de veinte años da cuenta que no.

Racismo

“Los marrones no pasarán por nuestra puerta”. Eso fue lo que le dijeron algunos/as “señores/as bien” que viven en el malecón de Miraflores, cuando el alcalde Muñoz quiso construir ascensor que facilite el acceso a las playas de la costa verde. La historia nos la contó el periodista Juan Carlos Tafur. Quienes frecuentaron alguna vez las playas de Miraflores, Barranco y Chorrillos en los 80s y 90s, recordarán lo maravillosas que eran. No solo te encontrabas con la naturaleza sino con el Perú. Gente de diversas costumbres y sectores sociales acudían y por algún momento (muy breve) eran iguales. Pero para algunos/as, la oligarquía, comer en la playa debe darse en restaurantes cinco estrellas construidos como moles sobre la arena y el mar y no tu papita con huevo, cebichito de pota o raspadillita de colores. Para las oligarquías, esto era propio de “cholos”, “serranos” e “indios”. Que debían quedarse en sus conos.

Lima se construyó sobre la base de la exclusión real y simbólica. La Costa Verde es una muestra de esto. Como suele ocurrir las oligarquías entran en pánico cuando se producen irrupciones plebeyas. Por eso son profundamente antidemocráticas. No importa si estas irrupciones son culturales, sociales, económicas o políticas, los subordinados deben quedarse en su lugar. Establecieron, así, un acuerdo (tácito o explicito, no interesa) con los neoliberales y su partido político de los 90: el fujimorismo.

Neoliberalismo

En los 90 en Perú los neoliberales se hicieron del Estado, como hasta ahora, para beneficiar a los privados en contra del interés público. Esto pasó en todo el mar peruano. Se emitieron una serie de normas y se crearon otra serie de instituciones con el objeto de debilitar el rol garante y protector de derechos del Estado. En el caso de la Costa Verde, en 1994 el gobierno de Fujimori, promulgó ley (y la reglamentó en el 95) que otorga en propiedad los terrenos de la Costa Verde a cada una de las seis municipalidades ribereñas. Esta norma establece instrumentos de gestión, que han sido respetados o pasados por encima de acuerdo a la voluntad de quienes estaban en el cargo. Además creó la Autoridad del Proyecto Costa Verde que, al ser integrada por los seis municipios, más Lima e Invermet, ha tenido un rol en la mayoría de los casos intrascendente. Pero los neoliberales debían crear un tipo de Estado que siempre les beneficie. De allí que todo lo fragmentan. Así La Marina de Guerra también tiene rectoría en área acuática y en los 50 metros de playa, superponiéndose su jurisdicción a la de los municipios. Pero para que la cosa esté completa, en tanto hay una autopista, también EMAPE (la Municipalidad de Lima) tiene jurisdicción. Curioso pues no hay ningún peaje, hasta hora, que administrar.

Sentar este desmadre normativo e institucional era clave para los neoliberales en su objetivo de privatizar las playas de Lima, asegurándose con ello que los “cholos” no acudan más a ellas. La alianza entre oligarquías, neoliberales y fujimoristas, quedaba una vez más sellada y reforzada. Así donde antes había playas y mares y especies naturales, ahora existe cemento, piedras, fierros, clubes privados, restaurantes privados y estacionamientos para la gente “bien”. Ese es el proyecto Ana Maria que busca construir un muelle con desembarcadero, restaurantes, centro de convenciones, estacionamiento y plazoleta en la Playa Los Yuyos. Que dicho sea de paso es además ilegal.

Corrupción

El Estado neoliberal construido sobre los restos del Estado oligárquico solo le resulta útil a las oligarquías neoliberales, por eso lo mantienen y buscan perpetuarlo. Pues con eso se garantizan todo para ellos y para el resto injusticia, abuso y discriminación. Es así que el presidente de INDECOPI dice con total desvergüenza, que no habría que particularizar las sanciones con una empresa y con un producto sino que habría que “aprovechar la oportunidad” de investigar todos los productos lácteos que se comercian en el país. Claro con esto ganaba tiempo para que el Grupo Gloria se deshaga de (venda) sus productos bamba.

En Peru, la justicia llega desde el extranjero y no desde aquí. Además del caso de Leche Pura Vida está el de Costa Verde. Ha sido por investigaciones de la justicia brasilera que los peruanos/as nos enteramos que la Costa Verde Callao se habría concesionado con trafa. La empresa Odebrecht, habría entregado 2,5 millones de dólares, al gobernador del Callao Félix Moreno, para hacerse de la adjudicación del tramo Costa Verde Callao, que consiste en la construcción de una carretera de tres carriles en ambos sentidos que se (y aquí la cuadratura del círculo) empalma con pista ahora de similar diseño en el tramo de la Bahía de Miraflores. La contraloría General de la República halló una serie de irregularidades en la construcción de la CV Callao y aún está pendiente su informe sobre la CV tramo bahía Miraflores.

En este momento, grosso modo, son dos los proyectos que amenazan con terminar de destruir la Costa Verde. En primer lugar, la carretera, una especie de segundo evitamiento, que se viene construyendo como sea. Por ejemplo, el tercer carril en Bahía Miraflores se hizo al margen de la ley, sin autorización de La Marina, sin EIA y con una empresa constructora que hasta ahora es un misterio (no tiene ni página web). Y el segundo, son la decena de proyectos inmobiliarios que se pretenden construir, con la idea de construcciones turísticas como fetiche. Detrás de esta idea se esconden proyectos millonarios privatizadores que siguen vendiendo el mar de Grau y botando a los “cholos” a las periferias de Lima, arrebatándonos a todos y todas, nuestro mar.

Finalmente, recuperar la Costa Verde pasa por recuperar el Estado para la gente, que ha sido secuestrado por los neoliberales. Y pasa previamente por construir una mayoría social que tenga la capacidad de fundar un nuevo Perú, donde seamos al fin todos y todas iguales bajo el sol.


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